
Milei mete en el mismo saco a comunistas, fascistas, nazis, socialistas, socialdemócratas, demócratas cristianos, keynesianos, neokeynesianos, populistas, progresistas, nacionalistas y globalistas. Todos ellos tienen un interés común: que el Estado gobierne tu vida. Y así, al enumerarlos, se define su idea de libertad, por oposición a todos ellos.
Milei dio hayer un discurso histórico en el Foro Económico Mundial de Davos, en el que empezó alertando de que occidente, nuestra cultura, está en peligro. Porque los que tienen el poder y el deber de defenderla apuntan hacia un sistema que conduce a la pobreza, y eso llevará a su extinción. Lo hacen o bien porque tienen ingenuos deseos de ayudar a los demás desde un marco teórico equivocado o bien porque quieren pertenecer a la casta dominante. Eso nos conduce poco a poco al colectivismo, al estatismo, que es la causa del problema. Recordó que, con el liberalismo por bandera en 1860, Argentina consiguió erigirse como la primera potencia económica mundial en treinta años, y después de abrazar el colectivismo durante el s. XX ahora está en el puesto 140º.
Así pues, dedujo que el capitalismo de libre empresa es el mejor modo de acabar con la pobreza y prosperar, y también el más adecuado desde un punto de vista moral. Para justificarlo aportó unos datos históricos: hasta el año 1800 no hubo apenas crecimiento económico en la humanidad; a partir de la revolución industrial del s. XIX y el auge del capitalismo, el PIB empezó a crecer exponencialmente, hoy es más de cien veces superior. Imagina, si en lugar de disponer de 1000€ al mes pudieras disponer de 100.000€, sentirías lo mismo que aquellos que pasaron de no tener luz eléctrica, ni agua corriente, ni un mocho para fregar, a cargar su iPhone en el coche, con la calefacción a 23º, mientras escuchan este podcast. Es la diferencia que existe entre Bécquer, Wagner o Baudelaire, y tú. Esto permitió invertir la extrema pobreza mundial, pasando de un 95% de pobres a un 5%, a la vez que se multiplicaba la población más de ocho veces.
Dijo Milei que, a tenor de estos guarismos, como no se pueden discutir los beneficios productivos del capitalismo, se ataca su moral: es injusto, y hay mejores modos de repartir la tarta. Pero se olvida que la tarta se crea a diario, lo acabamos de decir: multiplicar la riqueza más de 100 veces. Sin embargo, cuando se impide el capitalismo de libre empresa, la tarta se empequeñece, se dificulta que el emprendedor ofrezca mejores servicios y a mejor precio, se empobrece así el conjunto de la sociedad, y triste ejemplo de ello es el rumbo de Argentina en las últimas décadas. Milei ofreció unas estadísticas incontestables sobre ello: los países con mayor libertad económica son doce veces más ricos, tienen cincuenta veces menos habitantes en extrema pobreza y disfrutan de una esperanza de vida un 25% superior.
Para enmarcar su discurso, recordó la definición que utiliza de liberalismo, o libertarismo, como dice él: respetar sin restricciones el proyecto de vida de cada uno, basándose en el principio de no agresión, esto es, defendiendo la libertad, la vida y la propiedad de los demás. Es decir, haz lo que quieras, no te pego y no te robo. Sinceramente, me cuesta entender que haya gente de buen corazón que no esté de acuerdo con esto. De este principio libertario básico se deduce la conclusión del progreso: si no castigas a la gente, no le robas y le dejas hacer, la humanidad prospera. El empresario exitoso, por tanto, contribuye al bienestar social, aportando servicios de mejor calidad y mejor precio, lo cual siempre será mejor para combatir la pobreza que ofrecer peores servicios y más caros.
La cuestión es que nuestra cultura está en peligro en tanto que la intervención del Estado es cada vez mayor y dificulta, o impide, la libertad, en especial la económica. Y son los líderes políticos, los académicos y los intelectuales quienes sostienen estas ideas empobrecedoras que, de mantenerse, acabarán con occidente. Aunque parezca obvio, Milei recordó que las transacciones económicas voluntarias no hay por qué regularlas. Solo cuando se realizan bajo coacción son malas, y solo el Estado, con el monopolio de la violencia, puede coaccionarlas. Como sabe cualquiera que tenga un pequeño negocio, la cantidad de regulaciones e impuestos estatales es abrumadora, y muchos de los negocios que se podrían crear se abandonan antes de empezar por las dificultades que existen para ponerlos en marcha.
Alertó de que casi todas las variantes políticas de occidente son hoy colectivistas y tienden al control estatal de la economía como en otro tiempo propuso el socialismo, pero sin necesidad de controlar los medios de producción, sino con otros nuevos mecanismos: la emisión monetaria, el endeudamiento público, los subsidios, el control de los tipos de interés, el control de precios, las regulaciones económicas. Se le olvidó mencionar los impuestos confiscatorios. El destino de nuestra cultura será pues, si no se pone remedio, el de todas las experiencias socialistas: el fracaso, la pobreza extrema y la desaparición.
Señaló para terminar que Argentina debería servir de ejemplo para observar todas las calamidades a las que conducen las ideas que cercenan la libertad. El Estado no es la solución a los problemas: es el problema.
No sé si los aplausos de su público son una señal de esperanza o de que nadie entiende el castellano en Davos.
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Te dejo un enlace a mi canal de YouTube con mi comentario y el discurso completo de Milei, para que puedas verlo si todavía no lo has visto, quizá sea la última vez que oigas algo así en ese foro.
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1 comentario en “Discurso de Milei en Davos”