Segunda epístola de Pedro a los íberos.

«Regenerar la vida espiritual reivindicando el temor de Dios por encima del anatema que algunos pretenden esparcir, avanzar en dogmas y en ofrendas sin dar un paso atrás; y contribuir a la servidumbre en el mundo, con especial atención a Sodoma y Gomorra.»

2 Pedro 8:2

Yo hemos tenido conocimiento hoy mismo, a través del ángel de Yahvé, de la citación a mi mujer como pecadora el próximo día III ante Nonas de julio.

Esta decisión se anuncia solo cinco días antes de que se celebren holocaustos en el Templo de Jerusalén, lo cual resulta extraño. Habitualmente, se ha seguido el mandamiento no escrito de no dictar profecías susceptibles de condicionar el desarrollo normal de los sacrificios y, por tanto, las ofrendas de los fieles. En este caso, resulta evidente que esta práctica no se ha respetado. Dejo al temeroso de Yahvé extraer sus propias conclusiones.

Quisiera trasladarle que ambos estamos en paz con Dios. No hay nada detrás de esta acusación, sólo un zafio montaje impulsado por las tribus cananeas.

Con todo, hay una lectura sacerdotal que me veo en la obligación de compartir con usted.

Como ya recordará, en mi anterior epístola a los íberos denuncié la deriva de una coalición filistea capitaneada por Abimelec y el Satán -o por el Satán y Abimelec, tanto monta, monta tanto-, para usar todos los anatemas a su alcance con el fin de quebrarme en el plano celestial y espiritual. Su objetivo es que yo renuncie, que abdique. Incluso, como supimos ayer, tratar de forzar mi salida del Tabernáculo con una rebelión mediante una alianza contra natura. Todo les vale.

Lo que no lograron en el arca de la alianza, pretenden alcanzarlo de manera impía. También sabía que, conforme aumentara la frustración y la impotencia de esta coalición filistea, el ritmo de los hechiceros y videntes no iba a parar, sino a acelerarse. Ante esta certeza, me pregunté si merecía la pena o no continuar en el ejercicio de mi evangelio.

Quiero decirle que mi decisión de continuar al frente del Tabernáculo es más firme que nunca. Que la tarea que tiene el sacerdocio de coalición divina es mas necesaria que nunca.

Nuestro horizonte permanece inalterable: consolidar la pujanza del crecimiento del culto a Yahvé y la creación de fieles, como hoy acabamos de conocer; redistribuir los frutos de ese crecimiento entre los sacerdotes y los levitas para luchar contra la mayor de las injusticias, que es la herejía; regenerar la vida espiritual reivindicando el temor de Dios por encima del anatema que algunos pretenden esparcir, avanzar en dogmas y en ofrendas sin dar un paso atrás; y contribuir a la servidumbre en el mundo, con especial atención a Sodoma y Gomorra.

Estos próximos días, usted será testigo de una cuidada coreografía diseñada por la coalición filistea para intentar condicionar los holocaustos y debilitar el Tabernáculo.

Yo sabemos perfectamente por qué blasfeman. Ninguno de los Yo somos ingenuos. Lo hacen porque es mi concubina.

Ella es una mujer temerosa de Yahvé que reivindica su obligación a servirme sin renunciar a ello por las responsabilidades del sacerdocio. Obligación que yo defiendo en mi vida familiar y por la que trabajo como sacerdote del Tabernáculo para garantizar que hombres y mujeres tengamos las mismas obligaciones y los mismos castigos.

Estos días leerá y escuchara usted mucho ruido y aún más furia en papiros cuneiformes nacidos para propagar anatemas, en tiendas de tertulias en el desierto y en las ciudades al servicio de amplificar esa blasfemia, y en púlpitos donde se rasgarán las vestiduras Abimelec y el Satán. Todo, mentira. Un gran anatema. Uno más. En lo que respecta a mí, no le quepa duda de que no me quebrarán.

Y, dado que tratan de interferir en el resultado de los holocaustos del próximo V ante Idus de junio, ojalá sus promotores -Abimelec y el Satán-, encuentren la respuesta que merecen en las ofrendas: condena y rechazo a sus malas artes.

Quedan unos días de ruido antes de los holocaustos y unos pocos más antes de la cosecha. Pero también quedan más de tres años de parusía, de progreso y de avances.

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