
*Publicado en Informavalencia.
Ayer el Ministerio de Educación pedía disculpas mediante Twitter por un vídeo emitido en el programa «Aprendemos en casa» de La2. Advierto cuatro terrores en esta noticia: la disculpa del Ministerio, el contenido del vídeo, las causas que lo provocaron y las consecuencias que tiene esa manera de proceder. Dejo aquí el link al vídeo de Youtube para asombro del lector.
Dada la gravedad del vídeo y el canal que utilizó para emitirlo -la televisión pública-, la disculpa del Ministerio es indigna por el medio que utiliza para publicarla -un tweet-, cuando debería hacer uso de un canal más solemne para recuperar parte del honor perdido. El programa emitido en La2 estaba dirigido a alumnos de lengua de 14 a 16 años, actuado, grabado y editado a conciencia, después de pasar los filtros que el Ministerio considere suficientes para garantizar la veracidad y bondad de los contenidos. Es insultante que se disculpe aludiendo a un «error involuntario», como si el actor no tuviese un guión delante, como si el director del programa no lo estuviera dirigiendo, como si el editor se hubiera tropezado y hubiera incluido dos minutos de cortes y secuencias que no pensaba poner. Es obvio que el Ministerio ha debido recibir tantas quejas por el vídeo que se ha visto obligado a disculparse, pero el tweet es tan ofensivo a la inteligencia y tan mentiroso que si la justicia no estuviera detenida y prostituida temerían por una condena.
El contenido es lo más grave, tanto que hasta Isabel Celaá debe estar tapándose la cara de la barbaridad que han publicado. Porque es digno de un canal de Youtube de propaganda política, pero no de educación lingüística para adolescentes. El vídeo no es educativo, es ideológico: utiliza el concepto de coherencia gramatical, y semántica, para incluir los conocidos lapsus linguae de Rajoy con el fin de que el alumno asocie incoherencia y personaje. Rajoy ha sido un nefasto presidente y sus tonterías han sido el hazmerreír de propios y extraños, de eso no cabe duda. Pero utilizarlo para inculcar carga política e ideológica en una clase de lengua de adolescentes es un delito. Ni en una clase de historia política cabría semejante abuso. Del mismo modo, no deberían utilizarse cortes de las contradicciones de Sánchez para ilustrar los conceptos verdad/mentira, o cortes del feminismo de Iglesias para ilustrar los de democracia/demagogia. Ni aun dando por hecho que Rajoy sea un incoherente, Sánchez un mentiroso e Iglesias un demagogo. Estoy cansado de escuchar que «lo que necesita la sociedad es más educación». Tenemos a un clic todo el conocimiento de la humanidad. Lo que necesitan los niños son profesores que les ayuden a investigar y les proporcionen las competencias para pensar por sí mismos. La educación, así como la usan estos políticos, no educa ni hace nada bueno.
Si uno medita las causas que provocan ese vídeo se le revuelven las tripas. Lo que subyace es el interés propagandístico de una ideología política por encima del conocimiento. «Rajoy es un incoherente, lo vamos a ilustrar». Lo que deja en el alumno es la idea de que no hay que ser incoherente como Rajoy. Se esconde en ello una idea peligrosa: «Nos da igual que el vídeo sea malintencionado, porque es verdad». Es decir, se antepone una idea política porque se confía en ella, y se induce a que todo el mundo piense así porque es lo correcto. Se comete el error de dar por hecho que uno tiene razón y que el rival político es un mentecato. Se comete la injusticia de inculcar una ideología porque se tiene la certeza de que es la adecuada. Esto me recuerda un discurso de Pablo Iglesias con las juventudes comunistas, cuando un ingenuo asistente le preguntaba «¿hasta qué punto queremos que nuestro movimiento social esté basado en herramientas de propaganda?» Supongo que al joven le preocupaba que el comunismo estuviera utilizando la propaganda en lugar de la educación para que las ideas de Iglesias calaran en la sociedad. ¿Propaganda o educar, qué es moralmente mejor? Esa era su duda. La respuesta de Iglesias debió dejarle de piedra: «Propaganda sin lugar a dudas. Educar, cuando controlemos un ministerio de educación.» A mí todavía se me congela la sangre cuando lo vuelvo a ver. Os dejo aquí el vídeo para los que gustéis del cine de terror. Esa malevolencia es la que inspira el vídeo de La2, «hagamos propaganda para inculcar nuestras ideas, no importa cuántas leyes violemos, no importa que actuemos de espaldas a la ética, porque nuestras ideas son mejores y hay que imponerlas, así viviremos en un mundo más feliz.»
Las consecuencias de ese modo de proceder, decía, son terroríficas. Una sociedad creada sobre niños ideologizados no es una comunidad libre, sino esclava de sus ideas. No es un conjunto ciudadanos felices que persiguen sus ilusiones en armonía, sino una masa de fanáticos y devotos incapaces de pensar. Las ideas tienen que entrar en uno mediante la razón, después de ser analizadas científicamente y sin pasión. En cambio, las ideas inoculadas son obstáculos para una mente sana, no permiten desarrollar individuos sin prejuicios. Decía Aristóteles que la verdad sobre asuntos complejos que pueden ser de dos maneras se alcanza mediante la discusión razonada, haciendo uso de la dialéctica, con el enfrentamiento sosegado de posturas diferentes. Contraponer tus ideas con las del adversario es educativo, ahí es donde hay que afilar la retórica. La propaganda, sin embargo, es una condena eterna que todo ser debería rehuir: ignorancia.
Sufrido lector, si alguien te fuerza a que pienses como él, sal corriendo. Sobre todo si crees que tiene razón, porque habrá empezado a inocularte el peor de los venenos.
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