
El retruécano, la musicalidad, el doble sentido, el ritmo, el estilo, la sonoridad, la antimetástasis, el refrán, la rima, algunos conceptos, muchos sentidos y a veces hasta el significado se pierden en la traducción. En los textos literarios, con frecuencia, se pierde la magia del autor. El lenguaje que utilizamos condiciona el modo que tenemos de pensar, incluso hay quien sostiene que no es distinto de nuestro modo de pensar, sino que lo conforma, que no pensamos los conceptos en abstracto, sino una vez les hemos dado una palabra, con toda la trayectoria cultural que lleva aparejada. Sea como fuere, siempre se pierde algo en la traducción. Vamos a dar un paseo por los elementos que constituyen el valor literario de un texto y las dificultades, habitualmente insalvables, que tiene traducirlos.
Artículo exclusivo para suscriptores
Para seguir leyendo este artículo tienes que ser suscriptor. Así me ayudarás a seguir creando contenido de calidad de forma independiente. A cambio te ofrezco una serie de ventajas. Puedes verlas haciendo click aquí. Suscríbete por solo 2€ al mes, o haz log in con tu usuario si ya eres suscriptor.
*BIBLIOGRAFÍA:
Aristóteles (2002), Física, Madrid: Gredos.
de la Cruz, J. I. (2003), Poesía lírica, Madrid: Cátedra.
Darío, R., (2016), Poesía completa, Madrid: Verbum.
Garcilaso de la Vega, Poesías castellanas completas, Barcelona: Castalia.
Góngora, L., (1999), Fábula de Polifemo y Galatea, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Quevedo, F., (1997), Poesía varia, Madrid: Cátedra.
Quevedo, F., (2002), Vida de Marco Bruto, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Shakespeare, W., (2001), Romeo y Julieta, Madrid: Cátedra.
Tolkien, J. R. R., (1957), The lord of the rings, Londres: George Allen & Unwin.