
Es bueno enseñar a los hombres a utilizar máquinas. Es necesario para la sociedad, aunque sea difícil. El buen estadista debe estar comprometido con ello. Sin embargo, su gran reto no es enseñarle a los hombres a utilizarlas, sino conseguir que aprendan a construirlas. Ahora bien, el verdadero estadista sabe que lo realmente útil para una sociedad es enseñarle a los hombres a pensar para que puedan inventar nuevas máquinas. Es lamentable descubrir que, no ya los hombres, sino los estadistas no saben siquiera utilizarlas. Es malvado no esforzarse en remediarlo. Es macabro consentirlo.