“Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham.”
Hebreos 7:5

La voz diezmar, en castellano, tiene cuatro usos, a saber: causar gran mortandad, sacar uno de diez, pagar el diezmo y castigar a uno de cada diez delincuentes. El más común es el primero de ellos. Sin embargo, tiene el sentido más figurado de todos, sobrevenido por extensión de un sentido histórico, cuya raíz a nadie se le escapa: diez. No será en vano rastrear su origen, pues en ello confluyen dos líneas diferentes con un arraigo cultural interesante, una de tradición romana antigua y otra de tradición hebrea, ambas también sostenidas en el mágico número. La lengua castellana, que es abundante y rica, recoge todavía los ecos de las dos.
Decimos diezmar por influencia de la palabra diezmo. Sin embargo, la voz más antigua que recogemos escrita en castellano es dezmar, evolución directa del latín decimare. Podemos rastrear las primeras apariciones en el Vidal Mayor, un texto del s. XIII sobre el Fuero de Aragón:
«Si el seynnor de la uinna o de la pieça o del huerto uendieren el fruito, aqueill deue dezmar de quoal fué feito mençión que pagás la diezma quoando el fruito fué uendido.»
«Jvdíos e moros son tenidos de dar diezma de todas sus possesiones, si puede ser sabido que aqueillas possesiones descienden de cristianos. E si estas possesiones nunqua descendieron de cristianos, non deuen dezmar.»
Ambas citas recogen el sentido de pagar tributo, la segunda de ellas bajo un velo religioso. Lo mismo se puede encontrar con frecuencia en la Primera Partida de Alfonso X, con el mismo rumor de impuestos a las cosechas, al ganado, a la hacienda, para la Iglesia o relacionado con la Corona. El Libro de Aleixandre, quizá más antiguo que el Vidal Mayor, también lo recuerda en verso:
«Labradores non quieren derechament dezmar, aman unos a otros escatimas buscar…»
Podemos encontrar el mismo uso hasta la actualidad, cada vez menos frecuente, sustituido por diezmar. Esta nueva palabra se puede perseguir desde el s.XVI, asociada siempre al diezmo, como tributo religioso o civil, de donde se sospecha que viene la evolución por influencia. No es hasta el s. XIX cuando empieza a extenderse el uso con el sentido de castigo humano o de gran mortandad.
Pero vayamos mucho más atrás, dejemos por un momento la lengua castellana y remontémonos a los primeros años de nuestra era. Si acudimos a la Biblia podemos apreciar de cerca el aroma religioso que rezuma esta palabra. Encontramos en Mateo 23:23 una acusación de Jesús a los escribas y fariseos donde utiliza el verbo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.»
Dejando a un lado la importancia del comino, la traducción viene del griego ἀποδεκατόω (apodekatoō), referido a dar o recolectar el diezmo, cuya pertinencia está abalada por los estudios de James Swanson. Para estar completamente seguros deberíamos confirmar la analogía de significado con la traducción griega del término en hebreo y arameo, sin embargo, nos conformamos con las indicaciones del autor sobre la conexión de sentido entre ambas culturas para darlo por bueno, cuyas conclusiones no podemos rebatir con nuestro analfabetismo en lenguas bíblicas. No obstante, se repite el término en otros pasajes del Nuevo Testamento con el mismo sentido, así como ἀποδεκατεύω (apodekateuō), literalmente diezmar, dar la décima parte. Cabe plantearse cuáles son las fuentes de Mateo, y no es difícil encontrarlas, solo hay que remontarse a los preceptos judíos descritos en el Deuteronomio, concretamente a la Ley del diezmo, que empieza así:
«Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año.»
Deuteronomio 14:22
Es fácil interpretar el sentido de rendir la décima parte de tus ingresos a los sacerdotes levitas, léase «el diez por ciento para los políticos,» en términos de moda. También aparecen δεκατόω (dekatoō) y δεκατόομαι (dekatoomai) con el mismo sentido de dar o recibir diezmos. En todo caso, resuena la décima parte como tributo religioso desde la antigüedad. No en vano, el latín tardío adoptó el calco addecimare del griego mencionado ἀποδεκατόω, que todavía persiste en italiano, addecimare, con el sentido que ya sospechas: someter al impuesto del diez por cien los bienes de los ciudadanos. Igual que en castellano diezmar en su segunda acepción. Curiosamente, también decimare en italiano significa lo mismo, derivado de decima, que para ellos es el diezmo. Pero tiene más acepciones, directamente del latín decimare lo cual nos lleva al punto de origen de nuestra palabra diezmar.
Existe en italiano decimare derivado de cima, que es privar a alguien de la cima, lo cual no viene al caso. El sentido que sí nos interesa es el que nos llega del latín decimare, derivado de decimus, y no a través del calco griego ἀποδεκατόω, ni tampoco de δεκατόω. Es decir, no de la raíz latina décem, que encontramos en el griego dèka, que significa diez, sino posiblemente del protoitálico dekamo. Esta raíz nos deja un sentido histórico…
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BIBLIOGRAFÍA:
(1960), Reina-Valera 1960 Santa Biblia, Sociedades Bíblicas Unidas. Acceso online.
(2008), Las siete partidas del Rey Don Alfonso el Sabio, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
(2013), Libro de Aleixandre, Madrid: Cátedra.
Swanson, J., (2001), Diccionario de idiomas bíblicos, Logos Research Systems, Inc.
Tilander, G., (1956), Vidal Mayor, Lund: LHMA.