El youtuber insolidario

Acusan algunos al youtuber que emigra a Andorra de ser insolidario con el resto de Españoles. Nos quieren hacer creer que debajo de esos rostros se esconde Satanás. Curiosa manera de ser insolidario aquel que ha pagado con sus impuestos mucho más de lo que todo el séquito de Unidas Podemos pagará en una vida entera. Cito a Podemos como paradigma, que son quienes más alzan la voz en este asunto, gente que por lo común solo ha trabajado para el Estado en el despreciable oficio de político. Pero es extensible a toda la casta de bacterias que parasita las instituciones y vive solo a cambio de nuestra ruina. Hay excepciones, pero deberían abandonar ese gremio y dedicarse a un trabajo honrado si no quieren que les metamos en el mismo saco de podredumbre. Esa basura humana sabe que, en última instancia, los presupuestos del Estado se nutren de los impuestos de los autónomos, las empresas privadas y sus trabajadores. Por lo tanto, no pueden permitir que aquellos que generan riqueza huyan de sus redes, pues con ellos se escapan los recursos que engordan su panza y que hacen posible el teatro de los «servicios públicos,» los cuales son, por cierto, cada vez peores a medida que los políticos aumentan en número y riqueza. Saben que el Estado por sí solo no es capaz de generar los bienes suficientes siquiera para alimentar a su población, porque el Estado es simplemente un sumidero, un agujero negro, un conjunto de burócratas organizados que monopolizan la violencia para expoliar a las personas de un territorio. Vale para cualquier Estado, peor cuanto más grande es.

En una isla desierta hay un fontanero, una enfermera, un agricultor, un youtuber y un político. Uno de ellos es un lastre innecesario que se alimenta del esfuerzo de los demás. Todos entendemos esa metáfora. Sin embargo, el candor de algunos les lleva a pensar que es insolidario todo aquel que no doblega su cerviz y se deja humillar por el Estado pagando los impuestos. Es una falacia asociar la solidaridad a un pago obligado por la fuerza so pena de ir a prisión. «Aquí nos jodemos todos,» deben pensar, con una envidia rabiosa, como si se tratase de un soldado que abandona a sus compatriotas en el campo de batalla y huye al bando enemigo para salvar el pellejo. Pero no estamos en ninguna guerra, se trata simplemente de esquivar al ladrón y vivir donde mejor te parezca en libertad. Contrasta el hecho de que a nadie se le ocurre llamar insolidario al socialista convencido que emigra a Venezuela o a Cuba para vivir plenamente de acuerdo con sus ideales políticos, dejando de pagar impuestos en España. Tampoco al ingeniero que se afinca en Stuttgart, al economista que vive en Ámsterdam, al médico que trabaja en Londres o al albañil que en un cantón Suizo enluce paredes con denuedo para vivir mejor, que también conozco a uno, huido de la rapiña española, cansado de trabajar para el engorde de los políticos de aquí, resignado a ver cómo después de un año de sudar al sol la cuenta bancaria está más flaca, sus hernias son más dolorosas y la pensión de jubilación se va desvaneciendo en un horizonte cada vez más lejano.

Aparece entonces, con un velo de inocencia y justicia, la idea de impedir que personas como los youtubers puedan abandonar el país fiscalmente, que es lo mismo que no poder salir físicamente, porque todos sabemos que una vez fuera de España no es fácil robarte el dinero. Se conculca de esta manera uno de los principios fundamentales de la libertad, poder andar por donde uno quiera sin molestar a nadie. Quienes defienden este pensamiento dejan ver sus horrendas fauces esclavistas y totalitarias. Se festonean con la ternura de velar por los más humildes y la falacia de hostigar a los más ricos para que contribuyan solidariamente en el bien común. Sin embargo, van fraguando los cimientos de un Estado tiránico donde solo es bueno el trabajador que paga sus impuestos y se somete a la dictadura social. Es inmoral, en cambio, todo aquel que defiende una idea alternativa. Al que consigue ahorrar un poco se le mira con envidia y se le expropia. En un Estado así, el miserable, solamente el miserable que no protesta, goza de la buena reputación de solidario y patriota.

Brillan por debajo de esa puerta las uñas sucias del comunismo más espantoso. Como en un caleidoscopio van haciendo clac en mi cabeza las imágenes de la alambrada, del muro y del fusil que dispara por la espalda al pobre que huye. La osambre yerta en los escombros. El hambre.