Llagas en la boca de chupársela al coletas

Falacia, como sinónimo de sofisma, del latín sophisma, y este del griego σόφισμα sóphisma: argumento falso con apariencia de verdad.

Sería aburrido leer que este alcalde es un analfabeto deslenguado y que el periodista podría haber evitado publicar ese extracto si tuviera la ética y el decoro en su sitio. Así que voy a profundizar en las falacias lógicas de ambos, o sofismas si lo prefieres, y del tweet de Iglesias, que sé que lo agradeces. Porque no estará de más detenernos un momento a reflexionar en la calidad del lenguaje y de los argumentos de nuestros políticos y periodistas para cuando nos digan que tenemos que votar.

El periodista comienza el diálogo con una ocurrencia que sospecha le gustará a su audiencia, lo cual dice muy poco de la inteligencia de esta, de la audiencia, habida cuenta de lo burda y falaz. Alude a que el alcalde tiene manos de currante, como algo digno, para preparar la entrada de un asunto de otra índole y favorecer la aparición de los insultos y el comienzo circo. Lo primero es una falacia lógica: no es más digno un albañil que un matemático, por ser albañil, ni tampoco lo es menos por no ser matemático; y que tenga las manos castigadas no valida ninguna de sus posiciones ideológicas ni es un mérito para ser buen político. Es similar a la falacia de magister dixit, que se utiliza cuando alguien quiere justificar su argumento porque un maestro piensa igual, por ejemplo, «tal cosa es así, lo decía Marx». Pero en este caso se alude no a un maestro, sino a una virtud, ser currante. Desde luego, introduce esa idea en contraste con su opinión sobre Irene Montero, que no es currante, y a quien considera indigna de su rango en política. Sin embargo, ni ser currante es una virtud en sí ni, aunque lo fuera, sería un argumento lógico para justificar que eso convierte al alcalde en digno de ser alcalde. A continuación, el periodista introduce la famosa falacia del hombre de paja, es decir, introducir un elemento que nada tiene que ver con el asunto, al que es fácil derribar, pretendiendo justificar así su argumento. En concreto, alude a Montero, a quien ya hemos dicho que considera indigna de su posición y cuyas capacidades intelectuales y profesionales son insuficientes para el puesto de Ministra. Obviamente, es un hombre de paja fácil de prender, pero nada tiene que ver con las manos castigadas del alcalde, ni con su dignidad como alcalde. Es posible que el periodista viera el taller y las manos y pensara «fíjate, igualito que la Montero», pero la forma en que presenta hechos y asociaciones es falaz.

Por su parte, el alcalde, en un alarde de estupidez sublime que pasará a la historia, utiliza un único argumento para responder, el cual es absolutamente falaz. Se trata de la falacia ad personam, una de las más socorridas y aburridas, la cual consiste en derribar el argumento del otro por su reputación. En concreto, alude a que Irene Montero es una persona sin prestigio, en tanto en cuanto está en política por ser la mujer de Pablo Iglesias, sin otros méritos. La forma desvergonzada con la que se refiere a ella y a su relación con Iglesias busca simplemente enfatizar el desprestigio de su dignidad personal, para así no tener que ofrecer ningún argumento que justifique que él es mejor político que Montero. Como puedes observar, es una falacia lógica demasiado evidente: que sea la mujer de Iglesias no implica que sea indigna de ser Ministra, y, desde luego, que le guste amar a su pareja de cualquier manera tampoco la hace indigna como persona, más bien al contrario. En todo caso, ni aunque «tener llagas en la boca» fuera indicativo de ser indigna, que no lo es, no sería un argumento válido para justificar que el alcalde, que no las tiene, es más digno de serlo por no tenerlas.

Iglesias, por alusiones, aprovecha para poner ese tweet desafortunado, falaz y sin alma. Sin alma digo porque, tratándose de las intimidades sexuales de su mujer, no puedo comprender cómo se le ocurre aludir al PP y a Ayuso en lugar de citar al alcalde en un cerro al alba, con espada en ristre y sin testigos. Pero lo que nos ocupa ahora no es la nobleza, sino la falacia de Iglesias y su uso del lenguaje. Dos veces seguidas se ayuda de la falacia ad hominem, si bien de forma tan elíptica y sutil como lo habría hecho el mejor discípulo de Protágoras. La primera, «se llama José María Saiz y es alcalde del PP.» Fíjate en el énfasis de la cópula y del orden de los sujetos. Lo natural, si se quiere, habría sido citar el insulto y nombrar al alcalde, suficiente muestra pública de rechazo y de deshonra. Pero no, enfatiza con la conjunción que es alcalde del PP. Si hubiera dicho «es alcalde del PP y se llama José María Saiz» habría puesto hincapié en la persona y no en su afiliación política, pues lo infame es lo que ha dicho, y tal vez que lo diga un alcalde electo, pero no es infame que sea del PP, o al menos no lo es más que si fuera de cualquier otro partido. Pero ya no es solo que lo indique, sino que lo enfatiza poniéndolo al final de la frase y con la conjunción, remarcando así su condición, como diciendo: «es un idiota, y encima es alcalde del PP, así son todos los del PP, que os lo tengo dicho». Y esa forma de enunciarlo, aunque sutil y elíptica, entraña una falacia ad hominem, difícil de detectar: desacreditar a una persona por ser quien es, en este caso por ser del PP, en lugar de derribar sus argumentos con lógica; y, a su vez, y con mayor enjundia, desacreditar al PP por tener en sus filas a alguien tan analfabeto y despreciable como para decir semejante desvergüenza, en lugar de derribar los argumentos políticos del partido. Y el caso es que el alcalde merece toda la repudia de Iglesias y de cualquier persona sensata, y el PP también la merece si no cesa al alcalde de inmediato, los cuales son argumentos lógicos de peso para censurar a uno, por deslenguado, y a otro, por irresponsable, pero Iglesias prefirió tirar de ingenio y abusar de la falacia para apoyar su ideología, olvidándose de la ignominia con que se hablaba de su mujer, que era el asunto importante.

La segunda, «Al que le entrevista le financia Ayuso.» No necesitas que la expliquemos, es una falacia ad hominem de similar factura y sutileza que la anterior. La ruindad del periodista está en dar voz y sonreír ante los insultos, y luego publicarlo, de eso no cabe duda. Sin embargo, que le financie Ayuso no es un argumento lógico para justificar su deshonra, pero Iglesias lo enfatiza del mismo modo, aludiendo a ello al final de la frase, como si fuera lo más importante. La actitud infame de un periodista se justifica por lo que hace, no por quién lo financia. Otra cosa es que las causas de su infamia echen raíces en la venta de su alma a un político u otro, pero no son argumentos lógicos para invalidar su actitud. Es decir, habría sido igual de canalla si estuviera financiado por sus seguidores o por el Vaticano. Sin embargo, dos veces seguidas, Iglesias prefirió abusar de la falacia para hacer política olvidando que insultaban a su mujer.

Los comentarios al tweet también están repletos de falacias, claro, pero no será necesario describirlos. Ya es bastante con la estupidez y mala fe de los periodistas y los políticos, y los políticos periodistas, como para rebajarnos a detallar la de todos los analfabetos que inundan las redes. Sirva señalar que las falacias más utilizadas en los comentarios, como puedes imaginar, son las ad hominem tu quoque contra Iglesias, es decir, aquellas que dicen «sí, está muy mal dicho, pero tú también dices cosas así». Se trata de una falacia perezosa, intenta desacreditar los argumentos de una persona aludiendo a que esa persona no es un buen ejemplo, lo cual no es bastante justificación. Que Iglesias quiera azotar a una mujer hasta sangrar no es un argumento para decir que no tiene razón cuando censura los insultos de ese alcalde, ni tampoco lo inhabilita para decirlo. Otra cosa es que sin ser un buen ejemplo uno se meta en esos jardines dialécticos.

Sea como fuere, me ha llamado la atención un aspecto general de los comentarios al tweet. Es común que los fieles de Iglesias aludan a que tal cosa se ha producido con la anuencia de la «derecha mediática», que eso pasa porque la prensa está toda de un lado, que dicen y publican esas cosas con impunidad, porque los jueces están vendidos, que si hubiera sido la izquierda hubieran puesto el grito en el cielo y estaría el asunto en los tribunales… Ya me entiendes. Se trata de la falacia ad nauseam, consiste en repetir una cosa falsa hasta que, a fuerza de perseverancia, la audiencia termina creyéndola. Lo más curioso es que lo mismo se lee al revés, cuando es Iglesias, o cualquier otro de izquierdas, el que saca los pies del tiesto con insultos y exabruptos impropios de una persona educada. En tales casos se pueden leer las mismas tonterías de que la prensa está tomada por la izquierda, que los rojos dicen lo que les da la gana con impunidad, que los jueces están vendidos, que si hubiera sido la derecha pondrían el grito en el cielo y estaría el asunto en la fiscalía… El discurso es asombrosamente idéntico, y dejo que saques tus propias conclusiones.

Dicho esto, no haré una falacia ad logicam para invalidar los argumentos del periodista, del alcalde y de Iglesias porque se valgan de falacias. No, solamente señalo su perversión del lenguaje y su mala fe. La falacia ad logicam consiste en invalidar un argumento porque ha utilizado una falacia, lo cual no es bastante. El argumento puede ser válido. De hecho, en este caso lo son: trabajar no es malo para un político, Montero no tiene méritos para ser Ministra, el alcalde es infame y lenguaraz, la financiación de los periodistas es un escándalo. Lo bochornoso es que todos son así, políticos y periodistas. Y tampoco haré una falacia ad hominem tu quoque, esto es, decir que los de un color lo hacen pero los otros también, no: todos son así, como si fuera intrínseco al político ser analfabeto y sinvergüenza, como si ser un vendido sin escrúpulos fuera el gen de los periodistas. Y lo digo por el alcalde, por Montero y por el periodista, y también por el político periodista, que tiene todo lo malo junto. Y no se escapan los demás, todos, amén de su analfabetismo, no tienen argumentos para enfrentar las posiciones contrarias, cuando en realidad es fácil y se puede hacer con decoro y buenas letras. E. g.:

Periodista: Aquí tenemos a un alcalde que tiene las manos castigadas de trabajar, y esto nos hace sospechar que no todos los políticos viven de sustraer dinero a los ciudadanos sin aportar nada bueno a los demás, lo cual le honra de forma excepcional. ¿Podríamos decir lo mismo de Irene Montero?

Alcalde: Montero apenas ha trabajado en su vida. Su posición en el gobierno no se debe a méritos profesionales ni a capacitación, sino a otros intereses políticos y a su relación con Iglesias. Lo cual, por desgracia, es común en la política.

Iglesias: Hay políticos electos que no merecen respeto, como este ejemplo soez del PP, demasiado habitual en todos los partidos. Yo mismo me avergüenzo de haber dicho cosas de esa catadura. Es despreciable que haya periodistas que le den voz con una sonrisa, y más aún que se financien con dinero público. Que sea del PP es lo de menos, todos los gobiernos lo hacen, y yo mismo me avergüenzo de participar de esa connivencia, como político y también como periodista.

Pero son lo que son. Seamos conscientes de que tenemos a políticos falaces y analfabetos que viven a costa del expolio a los ciudadanos y a periodistas falaces y analfabetos que viven a costa del dinero que nos expolian los políticos.

Para terminar, y sin que sirva de precedente, defenderé a Irene como merece, y no por ser Irene: tener heridas de tanto amar a alguien no es síntoma de indignidad personal ni algo de lo que avergonzarse, muy al contrario, es consecuencia de ser libre y sin prejuicios y tener un corazón abierto. Y, por el bien de todos, ayúdame a explicar que las llagas en la boca no salen de eso, por más que uno insista con denuedo en chupar a otra persona.

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