
El Gobierno valenciano publicó ayer la enmienda de sus medidas excepcionales en materia sanitaria, adenda de las últimas, otrosí de las que ya teníamos, fe de erratas de las anteriores que no servían. Por desgracia, estos actos políticos son frecuentes en toda España y en casi todo el mundo. El peligro que entrañan ha rebasado un límite intolerable. No estará de más prevenirse en cualquier rincón del planeta, tomando como ejemplo el caso valenciano.
Hablo del coronavirus, claro, y, de entre todos abusos que están perpetrando los gobernantes en su nombre, destaca el que hacen en relación al uso de las mascarillas. Analicemos lo que ordenan, que de tan absurdo mueve a risa, si no fuera para llorar de pena y espanto. «Las personas de seis años en adelante están obligadas al uso de la mascarilla en todo momento en la vía pública, en espacios al aire libre y en espacios cerrados de uso público o abiertos al público.» Traducido a la lengua de Quevedo: mascarilla siempre excepto encerrado en casa. La redacción tiene una ambigüedad lingüística que deja en duda si podemos quitarnos la mascarilla en nuestro jardín, o cuando estamos en el huerto recogiendo naranjas, que aquí lo hacemos mucho en estas fechas. El buen estilo desaconseja tales ambigüedades en el ámbito literario, pero yo diría que en el jurídico habríamos de ser aún más celosos con ellas para evitar inseguridad jurídicas. El analfabetismo de nuestros políticos y sus burócratas, no obstante, no tiene vergüenza. Los niños menores de seis años, según ellos, son inmunes a la Covid y tampoco la contagian. En definitiva, siempre mascarilla.
Por si no hubiera quedado claro lo que significa siempre, aún añaden un punto más para aclarar que no hay excusas: «El uso de la mascarilla será también obligatorio durante la práctica de actividad física o deporte dentro de los núcleos urbanos y en los espacios al aire libre, en horario de 10.00 horas hasta las 19.00 horas.» Según el texto, de una estúpida ambigüedad de nuevo y cuya redacción es propia de retrasados, en los espacios urbanos es obligatoria cuando haces deporte, sin excepciones, aunque sea dentro de tu casa. Y en los espacios al aire libre, aunque no sean urbanos, también. Tal y como está escrito, haciendo deporte es más obligatorio el uso de la mascarilla que cuando no lo haces. A ver cómo se lo explicas luego a la policía o a un juez cuando traten de aplicar la ley y enjuiciarla. Eso sí, de diez a diecinueve horas, que es cuando más virulento se ha demostrado el corona según el comité de expertos de la galaxia. El resto del tiempo puedes ir en pelotas, que el virus duerme.
Alguien me podría reprochar que estoy tergiversando el sentido de la norma y haciendo una interpretación incorrecta. Pero es que las leyes no han de ser ambiguas e interpretables, han de ser concretas y unívocas. Y supongo que no será necesario que haga un análisis sintáctico de las oraciones para demostrar que esta norma no permite ir sin mascarilla en casi ninguna circunstancia, y menos haciendo deporte.
La norma, para evitar demandas por la muerte de mucha gente, incluye unos supuestos excepcionales. En resumen, son aquellos en los que el remedio sea peor que la enfermedad. Sin embargo, haciendo gala de la estupidez que les caracteriza, nos dejan una perla misteriosa: no es obligatoria «durante la práctica de actividad física o cualquier otra actividad fuera de núcleos de población con la que resulte incompatible su uso.» Sinceramente, no sé a qué se refieren, estoy pensando en el submarinismo, el sexo oral, la caza con cerbatana y… no se me ocurren muchas más. Siempre que sea fuera de los núcleos de población, eso sí, en la ciudad ni para el cunnilingus.
Ahora bien, en cuanto a qué mascarillas son las obligatorias no son tan escrupulosos: «preferentemente higiénicas y quirúrgicas.» Si son de ganchillo y están llenas de hongos y mierda puedes usarlas, es bastante para la ley, aunque no sea recomendable. Un denodado esfuerzo por regular todos los ámbitos de uso, pero ni diez minutos para ilustrar honestamente a la población sobre la inutilidad de algunas mascarillas. Lo hacen por nuestra salud, claro. Eso sí, «no se permite el uso de mascarilla con válvula exhalatoria.» Es decir, que te prohíben llevar una prenda de protección. No es que digan que no es suficiente y tienes que acompañarla de una mascarilla que cumpla con sus requisitos, sino que prohíben su uso, sin más. Es tanto como prohibirte llevar un gorro quirúrgico, unos pantalones cortos, unas gafas de lejos o un tanga en la frente. Desconozco los motivos que les mueven a prohibirlas, pero han llegado a tal punto de degeneración y abuso de poder que se ponen a redactar obligaciones absurdas contra nuestras libertades y no se les mueve un pelo del bigote, rota la mano por la costumbre.
Lo peor de todo, querido lector, es que hemos rebasado un límite intolerable, no ya contra las libertades individuales, sino también contra la salud pública. Ahora los políticos obligan a llevar mascarilla si sales a correr al aire libre. Pero no existe ninguna autoridad sanitaria capaz de estampar su firma en algo así. Me refiero a una autoridad de verdad, no a un político: no hay médico que se atreva a prescribir el uso de mascarilla a una persona sana para correr a solas por el parque. Se enfrentaría a un delito de imprudencia profesional, quizá a otros también, y saldría condenado en cualquier tribunal civilizado. Amén de faltarle el respeto a su juramento: «no llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos.» Subrayo, enfermos. Insisto, el bien y la salud. Enfatizo, no llevar otro propósito. Pídele a un médico que te prescriba usar mascarilla para correr por el parque, a ti que estás sano, que lo ponga en un papel, con su número de colegiado y su firma. Verás qué cara pone.
No debemos creer en las conspiraciones de que los políticos nos quieren enfermos, pero los valencianos parecen dispuestos a convencernos de que sí.
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Aquí te dejo el texto del DOGV, por si quieres echarte unas risas:
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1 comentario en “Mascarillas contra la salud pública”